martes, 8 de enero de 2008

Tras los pasos de Wulfgar

- Nunca me ha gustado este lugar- gruño Bruenor mientras esperaba junto a Regis en la puerta norte de Luskan. Los desconfiados guardias los habían retenido durante mucho, mucho rato.
- Pronto nos dejarán entrar- contestó Regis-. Siempre se ponen así cuando cambia el tiempo; después de todo, es cuando la chusma baja de las montañas. Y cuando los salteadores de caminos vuelven a la ciudad, fingiendo pertenecer a ella desde siempre.
Bruenor escupió en el suelo.
Al final, el guardia que les había dado el alto volvió, junto con otro soldado más viejo.
- Mi amigo dice que venís del Valle del Viento Helado- comentó el más viejo- ¿Y qué mercancías traéis para vender en invierno?
- Me he traído a mí mismo, y eso debería ser suficiente- gruño Bruenor. El soldado le miró irritado.
- Hemos venido para encontrarnos con amigos que están de camino- intercedió Regis, con un tono de voz más calmado.
Se interpuso entre Bruenor y el soldado en un intento de que se desvaneciera una situación violenta; ¡cualquier situación en la que estuviera implicado Bruenor Battlehammer acababa siendo violenta! El enano estaba ansioso por encontrar a su hijo perdido, y ¡ay de aquel que le dificultara el camino!
- Soy un consejero de Diez Ciudades- explicó el halfling- Regis de Bosque Solitario. Quizás hayáis oído hablar de mí.
- No.- El soldado, soliviantado por la actitud de Bruenor, escupió a los pies del halfling.
- Y mi compañero es el mismísimo Bruenor Battlehammer- dijo Regis, con tono algo rimbombante- Jefe del clan Battlehammer en Diez Ciudades. Una vez fue, y pronto volverá a serlo, rey de Mithril Hall.
- Tampoco he oído hablar de él.
- Pues vas a hacerlo- murmuró Bruenor. Empezó a rodear a Regis, y el halfling intentó no dejarlo pasar.
- Te crees muy duro, ¿no?- dijo el soldado.
- Por favor, buen señor, basta de tonterías- imploró Regis- Bruenor está muy alterado, ya que ha perdido a su hijo, de quien se dice que está navegando con el capitán Deudermont.


El rostro del viejo soldado mostró una expresión perpleja.
- No he oído nada de que haya enanos navegando en el Duende del Mar- dijo.
- Su hijo no es un enano, sino un guerrero, orgulloso y fuerte- explicó Regis.- Su nombre es Wulfgar.- El halfling pensó que con eso ganaba algo, pero al oír el nombre de Wulfgar, el soldado mostró una expresión ultrajada y horrorizada.
- Si tienes por hijo a ese patán, ¡entonces estás lejos de ser bienvenido en Luskan!- declaró el soldado.
Regis suspiró, sabiendo lo que iba a pasar. El hacha llena de muescas se clavó en el suelo a sus pies. Al menos Bruenor no iba a partir en dos al hombre. El halfling trató de adelantarse a los movimientos del enano para mantenerse entre los dos, pero Bruenor lo levantó y lo dejó detrás sin esfuerzo.
- Quédate aquí- ordenó el enano, moviendo un dedo nudoso y torcido ante la cara del halfling. Cuando el enano se dio media vuelta, el soldado ya había desenvainado su espada.
Bruenor se lo quedó mirando y soltó una carcajada.
- Veamos, ¿qué decías de mi hijo?- preguntó.
- Dije que era un patán- dijo el centinela, después de mirar a su alrededor para asegurarse de que tenía suficiente apoyo- Y hay otro millón de insultos que podría lanzarle con todo el derecho a ese que llaman Wulfgar, ¡asesino y rufián entre ellos!
Casi pudo acabar la frase.

Casi pudo levantar la espada a tiempo para detener el proyectil lanzado por Bruenor; que no era otra cosa que el cuerpo entero del enano.

Fragmento extraido de El Mar de las Espadas

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sábado, 5 de enero de 2008

Catti-Brie / Sheila Kree

La madre de Catti-Brie murió en el parto, y su padre se desplazó con su hija desde Mirabar a Termalaine, una de las Diez Ciudades. Durante tres años tendría bastante éxito, pero entonces un trasgo acabó con la vida del hombre. Todos en Termalaine podían haber caído bajo una acometida de trasgos si no fuera por los enanos del clan Battlehammer que se apresuraron desde su valle para rechazar a la horda. El propio Bruenor Battlehammer salvó a la niña huérfana de la muerte. Cuando el humo se disipó, reclamó a la huérfana como su hija adoptiva. Catti-Brie no recordaba nada de antes de que Bruenor la acogiera, y pasó una agradable infancia con los enanos.

Durante los años que Wúlfgar pasó al servicio de Bruenor, Catti-Brie le ayudó a romper las ataduras de educación con los bárbaros y a manifestar la compasión e inteligencia que llevaba dentro. Los lazos entre ellos continuaron haciéndose más fuertes mientras iban de aventuras junto a Bruenor, Regis y Drizzt. Pero entonces la tragedia golpeó su relación cuando los drow que buscaban la muerte de Drizzt atacaron Mithril Hall, y Wúlfgar cayó durante una de las batallas.
Durante bastante tiempo Catti-Brie lloró la pérdida de su amor, pero según pasaba el tiempo se fue enamorando de Drizzt. Cuando Wúlfgar regresó de su muerte aparente, florecieron un gran número de emociones en Catti-brie. Wúlfgar, sintiéndose rechazado, huyó de sus amigos, encontrando con el tiempo su propio camino y aceptando la floreciente relación de Catti-Brie con Drizzt.



Catti-Brie es una joven y bellísima mujer de cabello rojizo y ojos azules. Es amable, tolerante y pragmática. Además, Catti-brie se ha convertido en la brújula emocional de sus compañeros de aventuras, guiando tanto a Drizzt como Wúlfgar hacia las acciones más sabias con su sentido común y perspicacia. Siempre ayuda a sus amigos cuando tiene la ocasión y su habilidad en el combate les ha sacado de grandes apuros en más de una ocasión.

En combate, Catti-Brie normalmente apoya a sus amigos con su arco largo élfico Taulmaril, conocido también como Buscacorazones y sus flechas mágicas ilimitadas. Sin embargo no es reacia a entrar al cuerpo a cuerpo, y cargará en combate con Khazid'hea gracias a su capacidad para dominar a la espada. Khazid'hea, también conocida como Tajadora, es una espada larga de adamantina. Tomada de Dantrag Baenre, un maestro de armas drow.

Khazid'hea tiene personalidad propia. La hoja anhela poco más que el caos de la batalla y la sangre de los enemigos, e intenta enviar constantemente a su portador a la batalla y siente envidia de cualquier muerte de la no sea responsable. Sin embargo, la espada hace pocas distinciones entre amigos y enemigos y es probable que pida a su portador que luche contra los amigos cuando los enemigos hayan caído, por eso se requiere un gran control para dominarla. La espada garantiza a su portador los beneficios de la furia y de su enorme poder sólo si este acepta matar a todos los “enemigos” o será la espada la que domine al portador. Si Khazid'hea es dominada por su portador, altera su empuñadura para adaptarse mejor a los gustos estéticos de su nuevo amo.




La capitana del Quilla Sangrienta es una reconocida y peligrosa pirata. Alta y esbelta, con brazos endurecidos como rocas tras años de trabajo, de cabello pelirrojo y ojos verdes que muestran resentimiento por todos esos años.
Si alguna fémina de la tripulación del Quilla Sangrienta le faltaba al respeto a Sheila Kree, era muy probable que se llevara una paliza, pero si era un hombre el que se pasaba de la raya, descubriría por que el barco tenía ese nombre. Pasar por la quilla era uno de los pasatiempos favoritos de Sheila Kree.

Wulfgar persigue a Sheila a bordo del Duende del Mar, junto al Capitán Deudermont, para recuperar su martillo de guerra Aegis-fang robado, que estaba en manos de la pirata. Esta, tras vanos intentos de huir de sus perseguidores, se ve obligada a plantar cara.
Se enfrentan en la batalla de la Cala Dorada, donde el Quilla Sangrienta choca contra un arrecife y termina por hundirse, permitiendo sólo a unos pocos escapar de las heladas aguas.


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